El regreso de Trump al poder ha estado acompañado por una política exterior agresiva, restricciones migratorias y polémicas internas que sacuden a su base.
Washington, D.C.— A seis meses de haber retomado el mando en la Casa Blanca, el presidente Donald Trump ha imprimido un ritmo acelerado y confrontativo a su segundo mandato, caracterizado por medidas económicas proteccionistas, una política migratoria endurecida y un estilo de gobierno que ha provocado fricciones tanto dentro como fuera del país.
El mandatario asegura que Estados Unidos ha recuperado su fuerza económica y liderazgo global: “Hace un año éramos un país muerto, ahora somos la nación más pujante del mundo”, afirmó esta semana.
Aranceles, presiones y rupturas
Desde abril, Trump relanzó su agenda comercial con la imposición de aranceles del 10% a nivel global y la amenaza de medidas recíprocas a sus principales socios. Tras una prórroga inicial, fijó el 1 de agosto como fecha límite para negociar. Hasta el momento, solo Reino Unido, China, Vietnam e Indonesia han alcanzado acuerdos parciales.
Con el resto, Estados Unidos ha notificado tarifas de entre 20% y 50%, incluyendo un 30% a México, 35% a Canadá y amenazas de hasta 50% contra Brasil, tras la investigación judicial al expresidente Jair Bolsonaro.
Las tensiones con la Unión Europea continúan, y Trump insiste en que el gravamen del 30% a sus productos ya está decidido.
Política exterior de presión
En el plano internacional, el gobierno republicano ha recortado de manera significativa los fondos de ayuda exterior y ha exigido a los países miembros de la OTAN aumentar su gasto en defensa del 2% al 5% de su PIB.
Trump también ha redoblado su presión para alcanzar acuerdos de paz en Ucrania y el conflicto israelí-palestino, mientras mantiene una alianza estrecha con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, incluso en acciones militares conjuntas contra Irán.
En América Latina, el presidente ha priorizado el control migratorio, presionando a México, Canadá y naciones centroamericanas para endurecer sus fronteras, y ha expresado su intención de recuperar el control del Canal de Panamá, además de promover un polémico cambio de nombre del Golfo de México a “Golfo de América”.
Endurecimiento migratorio y redadas masivas
La política migratoria se ha vuelto más agresiva: se han reforzado los operativos del ICE, aumentaron las detenciones diarias y las deportaciones aceleradas. En ciudades como Los Ángeles, estas acciones provocaron protestas que fueron respondidas con el envío de la Guardia Nacional y marines, a pesar de la oposición de autoridades locales.
Trump también revocó el Estatus de Protección Temporal (TPS) para nacionales de Venezuela, Haití, Honduras, Nicaragua y Afganistán, afectando a cientos de miles de migrantes.
En una medida altamente polémica, ha autorizado el envío de personas detenidas a Guantánamo, a cárceles en El Salvador y al penal de máxima seguridad conocido como “Alcatraz Caimán” en Florida.
Recortes, ruptura con Musk y polémica por Epstein
El Congreso, con mayoría republicana, aprobó un ambicioso paquete de recortes al gasto público, que, sin embargo, incrementa el déficit fiscal en más de 2.8 billones de dólares.
En medio de esta reforma, Trump rompió públicamente con Elon Musk, a quien había nombrado titular del polémico Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Musk acusó al mandatario de socavar su gestión y de estar vinculado con el caso Jeffrey Epstein, lo que desató una crisis dentro de la base republicana.
Las exigencias de transparencia llevaron a Trump a ordenar la publicación de toda información creíble relacionada con Epstein, luego de que el FBI confirmara que el financiero murió por suicidio y negó la existencia de una lista de clientes.
Con divisiones internas y fricciones internacionales, los próximos meses marcarán si Trump logra consolidar su poder o enfrentar un desgaste prematuro en su segundo periodo presidencial.