La iniciativa propone cambios clave en el sistema electoral y enfrenta similitudes y diferencias con la propuesta de López Obrador
Mario Ramírez, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, advierte que la reforma electoral que plantea la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, implica “mucho en juego” y, por ello, es previsible que se presenten pugnas incluso entre los aliados de la llamada Cuarta Transformación.
El especialista señala que dentro de los partidos aliados y en el interior del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) existe una competencia interna muy marcada. “Es evidente que la pugna entre los distintos grupos internos es muy fuerte y, en la medida en que sus intereses se vean afectados, estas tensiones aumentarán”, afirma Ramírez.
Muchos de los escaños obtenidos por los partidos aliados provienen de la representación proporcional, no de votos directos en las urnas. Esto hace que la negociación y los jaloneos tras bambalinas sean constantes, ya que los partidos tienen mucho en juego en esta reforma. “El control sobre el sistema electoral y los recursos públicos para campaña son elementos que incrementan la competencia interna y la presión por negociar”, explica el académico.
El análisis de Ramírez indica que la propuesta de reforma electoral de Sheinbaum parece ser más mesurada en comparación con la presentada en su momento por Andrés Manuel López Obrador. La menor radicalidad en la propuesta puede estar relacionada con los resultados adversos de reformas judiciales y del proceso electoral que evidencian la existencia de un problema en el sistema actual.
“Hay una cierta cautela en la estrategia, probablemente para no generar mayor rechazo o conflicto, especialmente tras lo ocurrido con la reforma judicial y las recientes controversias electorales”, comenta el especialista. Añade que esta actitud refleja una percepción clara de que algunos temas son muy sensibles para la ciudadanía y que cambios radicales, como la selección de consejeros electorales, podrían ser igual de problemáticos que las situaciones recientes, incluyendo lo ocurrido con el Poder Judicial.
Tras la aprobación de varias iniciativas pendientes del sexenio anterior, Sheinbaum prepara su propia reforma electoral, la cual integró en los 100 compromisos que asumió al tomar posesión como presidenta de México el 1 de octubre. La propuesta, cuyo redactor final estará a cargo del extitular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Pablo Gómez, retoma algunos planteamientos de López Obrador en los llamados “Plan A” y “Plan B”, aunque con cambios sustantivos.
El modelo que propone Sheinbaum contempla reducir el financiamiento a los partidos políticos, eliminar la figura de legisladores plurinominales —que permiten acceder al Congreso sin realizar campaña—, y respetar la autonomía del Instituto Nacional Electoral (INE). No obstante, aún está por definirse si los consejeros electorales serían electos mediante voto ciudadano directo.
La mandataria capitalina basará su iniciativa en el proyecto impulsado por López Obrador, que fue aprobado por el Congreso y posteriormente invalidado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. A diferencia del exmandatario, Sheinbaum no propondrá la eliminación del INE, sino que sugiere mantenerlo como un órgano autónomo, aunque con algunos ajustes.
Por otra parte, López Obrador propuso que organizaciones ciudadanas pudieran registrarse como partidos políticos cada tres años, en lugar de los seis años actuales, después de las elecciones. Hasta ahora, Sheinbaum no ha manifestado postura específica sobre esta propuesta. La iniciativa de López Obrador también contemplaba que reducir a la mitad el financiamiento ordinario y de campaña a los partidos podría generar ahorros superiores a 32 mil millones de pesos entre 2025 y 2030. Sin embargo, la presidenta capitalina no ha especificado cuánto sería el recorte en los recursos públicos destinados a los partidos en su propuesta.
En síntesis, la reforma electoral que impulsa Claudia Sheinbaum busca modernizar y ajustar el sistema, pero el proceso promete ser complicado. La competencia entre grupos internos, los intereses políticos de los partidos aliados y las expectativas sociales hacen prever un escenario de tensiones y negociaciones intensas en torno a la propuesta. La diferencia fundamental con el proyecto de López Obrador radica en el grado de radicalidad y en algunos aspectos técnicos, como la conservación del INE y el método de selección de sus consejeros.