Pemex en crisis: pérdidas millonarias y desafíos para su recuperación

Redacción
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La situación financiera de Pemex se agrava pese a promesas oficiales de rescate y mejoras en la calificación crediticia

La directora general de Petróleos Mexicanos, Rocío Nahle, afirmó que la empresa estatal es rentable, pero la realidad financiera evidencia lo contrario. La funcionaria aseguró que Pemex cuenta con rentabilidad, aunque reconoció que la deuda heredada del período neoliberal representa un problema. Además, anunció que a partir de 2027, el gasto operativo de Pemex será financiado con sus propios recursos, en un intento por estabilizar sus finanzas.

No obstante, Pemex continúa enfrentando graves pérdidas. En 2024, registró una pérdida neta de 620,605 millones de pesos, sumando así un déficit de aproximadamente 1.6 billones de pesos en el transcurso del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, que abarca de 2019 a 2024. Estas pérdidas son en su mayoría atribuibles a Pemex Transformación Industrial (TRI), la división encargada de la refinación, que en estos años acumuló pérdidas por 1.4 billones de pesos, equivalentes a unos 71 mil millones de dólares.

La situación patrimonial de Pemex también refleja su deterioro. En 2019, su patrimonio era negativo en 1.5 billones de pesos, y pese a las inyecciones de capital del gobierno, que sumaron 1.2 billones de pesos entre 2019 y 2024, la situación se agravó. Para 2024, el patrimonio negativo alcanzó los 1.8 billones de pesos, evidenciando un empeoramiento en su salud financiera. Aunque se argumenta que la administración anterior entregó una empresa en crisis, la gestión actual ha profundizado las dificultades.

El gobierno y la presidenta Claudia Sheinbaum aseguran que Pemex será rescatada, y en esa línea, Víctor Rodríguez Padilla, director general de la empresa, anunció que la producción de hidrocarburos líquidos alcanzará 1.8 millones de barriles diarios, en comparación con los 2 millones prometidos por López Obrador. La mayor parte de esa producción, entre el 93 y el 95 por ciento, será por parte de Pemex, con un aporte adicional de productores privados, que aportarán entre 90 mil y 126 mil barriles diarios. Además, se proyecta incrementar la producción de gas natural, refinar el 80 por ciento de petrolíferos de alto valor agregado, como gasolina, diésel y turbosina, y dejar de producir combustóleo.

Desde que Enrique Peña Nieto dejó la presidencia en 2018, la producción de hidrocarburos líquidos se mantuvo en torno a 1.8 millones de barriles diarios, pero en los primeros seis meses de 2025, esa cifra bajó a 1.6 millones, incluyendo la participación de socios. La interrogante es cómo incrementarán estos niveles sin nuevas rondas de licitación, dado que la actividad que genera mayores ingresos para Pemex es la extracción y exportación de crudo, mientras que la refinación resulta deficitario.

Aunque la producción de destilados de alto valor ha subido del 58.4 al 62.1 por ciento entre el segundo trimestre de 2024 y el mismo período de 2025, el objetivo de alcanzar el 80 por ciento aún parece lejano. La producción de gas natural también ha disminuido, de 4,134 millones de pies cúbicos en el segundo trimestre de 2023 a 3,547 millones en 2025. La estrategia para revertir esta tendencia y elevar la producción continúa siendo una incógnita.

En cuanto a la calificación crediticia, tanto la presidenta como sus colaboradores celebraron la mejora de Pemex de B+ a BB por parte de Fitch Ratings, la primera en más de una década. Sin embargo, la elevación se atribuye principalmente a la contratación de 12 mil millones de dólares en deuda pública, en lugar de reflejar un mejor desempeño financiero de la compañía. La calificación, aún por debajo del grado de inversión, responde a una estrategia de financiamiento que busca fortalecer la empresa, pero no garantiza su recuperación.

Ningún plan de rescate será efectivo si Pemex no logra aumentar sus ganancias. Esto solo será posible si incrementa la producción y exportación de crudo, y reduce la dependencia de la refinación, que históricamente ha sido una actividad deficitario. López Obrador persistió en la idea de que producir gasolina era más rentable que extraer petróleo crudo, una política que ha contribuido a empeorar la situación financiera de la empresa.

El panorama se complejiza aún más ante la pérdida de rentabilidad y la disminución en la producción de crudo, que pone en duda la viabilidad de los objetivos oficiales. La gestión actual enfrenta el reto de revertir las tendencias negativas y lograr una recuperación sostenida de Pemex, que actualmente opera en una crisis profunda, marcada por pérdidas millonarias y un patrimonio en caída libre.

Por otro lado, en el ámbito laboral, tras tres meses de caída en el empleo formal, en julio se registró un incremento de 1.2 millones de trabajadores. Sin embargo, este aumento no refleja un crecimiento económico real, sino la incorporación a la seguridad social de empleados de plataformas digitales, quienes ahora ganan menos y enfrentan servicios más costosos.

Estos datos evidencian un panorama complejo para Pemex y el sector energético mexicano, en medio de promesas oficiales de recuperación que todavía no se traducen en resultados tangibles. La situación requiere de decisiones estratégicas firmes y una visión clara que priorice la rentabilidad y la sostenibilidad de la empresa en el largo plazo.

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