Reducción de pobreza en México: avances y desafíos

Redacción
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Foto: Especial

Los datos de la ENIGH 2024 muestran una mejora en los niveles de pobreza, pero advierten sobre la necesidad de reformas estructurales para consolidar los logros.

Los resultados más recientes de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2024 revelan un avance significativo en la lucha contra la pobreza en México. Durante los últimos seis años, entre 10 y 11 millones de personas habrían salido de la condición de pobreza, una reducción relevante en un contexto regional marcado por crisis sanitarias, económicas y climáticas que han profundizado la exclusión social.

Este panorama positivo fue anticipado en julio, cuando el economista Joseph Stiglitz, durante su participación en el Festival Gabo, elogió la gestión de la presidenta Claudia Sheinbaum. Destacó su manejo de las tensiones con Estados Unidos y su enfoque económico centrado en el bienestar social. Sus palabras resaltaron la estrategia del Plan México, que combina inversión productiva, generación de empleo digno, innovación tecnológica y una orientación social que prioriza el bienestar colectivo.

Contrario a las predicciones pesimistas, las familias mexicanas ahora tienen mayor capacidad de consumo, lo que mantiene activa la economía del país. Uno de los factores clave en este proceso ha sido el incremento sostenido del salario mínimo. Entre 2018 y 2024, el salario mínimo se duplicó a nivel nacional y se triplicó en la frontera norte, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Este crecimiento ha tenido un impacto directo en los ingresos de los sectores más vulnerables, en particular en los deciles uno y dos, que corresponden a los hogares con menores recursos.

Paralelamente, las transferencias monetarias dirigidas a poblaciones prioritarias y la reconfiguración de los programas sociales han fortalecido la capacidad de consumo en los hogares en situación de vulnerabilidad. El análisis regional de la ENIGH muestra que las mayores mejoras en ingresos se registraron en el sur-sureste del país. En entidades como Chiapas, Guerrero y Oaxaca, históricamente marginadas, los ingresos del primer decil crecieron en términos reales por encima del 40%.

En contraste, en estados del norte como Nuevo León y Baja California, los incrementos en los ingresos fueron más moderados, aunque se mantuvo una relativa estabilidad en la distribución del ingreso. A pesar de estos avances, los datos no deben interpretarse como una solución definitiva a la pobreza, pues ésta es un fenómeno multidimensional que también involucra el acceso efectivo a servicios de salud, educación, seguridad social, vivienda digna y cohesión comunitaria.

La superación de la pobreza requiere, por tanto, una transformación institucional profunda que garantice derechos de forma estructural. La persistencia del empobrecimiento por enfermedad, por ejemplo, evidencia las deficiencias en el sistema de salud y la necesidad de políticas públicas más integrales. La reducción de la pobreza no solo implica mejorar las condiciones materiales de vida, sino también fortalecer la participación ciudadana en la vida pública.

Cuando las personas viven en la pobreza, condicionadas por el hambre o la incertidumbre económica, su capacidad para participar, organizarse o exigir rendición de cuentas se ve limitada. Por ello, erradicar la pobreza también es fortalecer la democracia. La expresión “primero los pobres” cobra sentido en este contexto, pues la entrega de programas sociales no es dinero derrochado, sino una inversión en la justicia social y la cohesión social.

El desafío principal ahora es consolidar estos avances mediante mecanismos institucionales permanentes. No basta con que las transferencias o los aumentos salariales dependan de la voluntad política de cada gobierno, sino que deben estar blindados contra el uso electoral y sometidos a evaluación continua. La participación ciudadana, la transparencia y el diálogo con las comunidades deben ser elementos clave en la siguiente etapa.

Si bien la disminución de la pobreza es una noticia alentadora, su impacto duradero dependerá de la capacidad colectiva para traducirla en justicia social, equidad territorial y democracia real. La importancia de esta tendencia radica en que, aunque la metodología de la ENIGH 2024 presenta diferencias respecto a años anteriores, los datos reflejan un rumbo económico que ha colocado a los más pobres en el centro de las políticas públicas, logrando reducir desigualdades.

Joseph Stiglitz, Premio Nobel en Economía, aplaudió la estrategia de la presidenta Claudia Sheinbaum antes de conocerse estos resultados. Como uno de los pensadores contemporáneos que más ha profundizado en el análisis de la desigualdad, su obra “The Price of Inequality” critica un sistema económico en el que las minorías concentran recursos de forma desproporcionada, afectando negativamente la democracia y la justicia social. La intervención estatal, señala, es clave para frenar la acumulación excesiva de recursos que perpetúa el empobrecimiento y la desigualdad en el país.

Reconocer que algo está cambiando en la realidad mexicana es fundamental para un análisis serio. La política económica actual ha puesto a las personas más vulnerables en el centro del desarrollo, logrando disminuir la desigualdad y generando un efecto positivo en la población más pobre.

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