Leopoldo González González llama a construir una cultura de paz y denuncia que la violencia no se erradica solo con seguridad
El arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González, afirmó que la presencia policial en la ciudad no es suficiente para garantizar la paz y la seguridad. En su intervención dominical, el prelado resaltó que las noticias diarias sobre asesinatos, desapariciones, extorsiones y cobros de piso parecen un parte de guerra, lo que evidencia la gravedad de la situación en el puerto. Por ello, reiteró la importancia de que la sociedad en su conjunto no se acostumbre a la violencia, sino que tome acciones desde cada persona para construir la paz y restablecer el orden y la justicia en la región.
“La situación sigue siendo un urgente llamado a construir la paz y la seguridad. El estado de derecho y el restablecimiento del orden de justicia, la restauración del daño en la medida de lo posible, han de ser garantizados por quienes tienen desde la autoridad la responsabilidad del cuidado de la sociedad”, expresó durante su mensaje dominical. Enfatizó que la responsabilidad de garantizar un entorno seguro recae en las instituciones y en la ciudadanía, quienes deben trabajar en conjunto para lograr un cambio real.
Con motivo del 80 aniversario del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima, que se conmemorará el próximo 6 de agosto, el arzobispo retomó el mensaje del Papa Francisco para advertir sobre los estragos que toda guerra deja en la humanidad. Recordó que el uso de la energía atómica con fines bélicos constituye un crimen contra la dignidad humana y contra la posibilidad de un futuro viable en la Tierra. “Deseo reiterar que el uso de la energía atómica con fines de guerra es hoy más que nunca un crimen, no solo contra el hombre y su dignidad, sino también contra toda posibilidad de futuro en nuestra casa común”, afirmó.
González González advirtió que, así como las guerras entre naciones destruyen proyectos y sueños de miles de personas, la violencia cotidiana también produce heridas profundas en la historia de los pueblos. Estas heridas, agregó, tardan generaciones en cicatrizar, dejando secuelas que dificultan la recuperación social y emocional de las comunidades afectadas. En ese sentido, llamó a reflexionar sobre cómo la violencia interna, que se manifiesta en hechos cotidianos, también contribuye a un clima de inseguridad y miedo constante.
El arzobispo insistió en que la pacificación del país no puede lograrse únicamente con más presencia de cuerpos de seguridad. Subrayó que no es posible tener un gendarme para cada ciudadano, ni esperar que la Policía o la Guardia Nacional puedan estar en todas partes. La estrategia, dijo, debe incluir una profunda transformación social, cultural y moral, que fomente valores de convivencia, respeto y justicia. La presencia policial, aunque necesaria, no es suficiente para erradicar el fenómeno de la violencia.
González González puntualizó que la construcción de una paz duradera requiere el compromiso de todos los sectores sociales. La participación activa de la sociedad civil, las instituciones educativas, religiosas y comunitarias, así como el fortalecimiento del estado de derecho, son fundamentales para cambiar el panorama actual. Solo así será posible crear un entorno donde prevalezcan la justicia y la reconciliación.
Finalmente, el arzobispo de Acapulco hizo un llamado a la reflexión y a la acción, exhortando a todos a no aceptar la violencia como una realidad inevitable. La paz, afirmó, es un proceso que requiere esfuerzo constante y la colaboración de todos los actores sociales. Solo desde una mirada integral y comprometida será posible construir un futuro más seguro y justo para el puerto y el país.