Familia, amigos y comunidad le rindieron homenaje en un emotivo velorio lleno de amor y recuerdos
Luis Ángel Rosas tenía apenas 8 años, pero poseía un espíritu que superaba al de muchos adultos. Con una actitud luchadora, llena de alegría y un profundo amor por la vida, enfrentó desde 2019 una difícil batalla contra la leucemia linfoblástica aguda. Sin embargo, el cáncer fue implacable y lo venció con dureza.
Este lunes 28 de julio, familiares, amigos y vecinos acudieron a despedir a Ángel en un velorio cargado de cariño y respeto. La despedida estuvo marcada por un ambiente emotivo, donde los seres queridos compartieron sus sentimientos y recuerdos del pequeño.
En torno a su ataúd, se colocaron flores blancas, veladoras encendidas y juguetes, símbolos de su inocencia y alegría. Además, su equipo favorito, el Club América, estuvo presente en camisetas, mostrando cuánto le apasionaba ese club. La presencia de estos detalles reflejaba el amor y la admiración que sentían por él.
Desde muy pequeño, Luis Ángel nutría una pasión inmensa por la música de banda y el carnaval. Aunque iba a cumplir 9 años en octubre, el pasado 26 de julio, hizo una última petición: quería ver pasar el carnaval frente a su casa y que el torito bailara solo para él. Este anhelo fue un deseo profundo que expresó en sus últimos días.
En su comunidad, la fiesta patronal de Santa Ana Xalmimilulco, en Huejotzingo, Puebla, es una tradición llena de color, música y entusiasmo. Para Luis Ángel, esa celebración significaba todo. Le fascinaba la música de banda, el estruendo de los tambores, los cohetes y el desfile lleno de alegría que la acompañaba. Estos momentos representaban su mundo y sus pasiones más queridas.
Conmovida por su deseo, la comunidad no dudó en actuar. Ese mismo día, el carnaval cambió su ruta y llegó hasta la casa de Luis Ángel. La comunidad bailó y celebró en honor a su pequeño, tal como él lo había soñado. Fue la última vez que pudo bailar, la última expresión de un deseo cumplido en sus momentos finales.
Su padre, José Ángel, recordó con lágrimas en los ojos en una entrevista para Multimedios Puebla que su hijo fue un niño maravilloso que luchó día tras día. Le enseñó mucho, y siempre le decía: “No caigas, papá, vamos a salir adelante”. La fortaleza del niño fue un ejemplo para todos.
El padre compartió que Luis Ángel enfrentó tratamientos dolorosos, hospitalizaciones constantes y días extremadamente difíciles. A pesar de ello, su espíritu nunca se quebró. Le gustaba dibujar superhéroes, ver caricaturas y, sobre todo, hablar del América, su equipo favorito. La alegría y entusiasmo que mostraba a pesar del sufrimiento eran notables.
Mencionó que el cáncer regresó por segunda vez, pero con mayor agresividad, y que ya no había un tratamiento disponible para que pudiera continuar luchando. La enfermedad fue implacable en sus últimos días, pero su valor permaneció intacto.
“Mi niño era un guerrero, él mismo decía que era un niño de metal. Entraba a las quimioterapias, salía del quirófano y enseguida quería hacer actividades. Siempre fue alegre, amoroso y lleno de vida”, relató su padre con la voz entrecortada por la emoción. La valentía de Luis Ángel dejó una profunda huella en su familia y en quienes lo conocieron.
Hoy, su familia y toda la comunidad lo recuerdan con una sonrisa y mucho cariño. Para todos, fue un pequeño que se fue luchando como un verdadero guerrero, dejando una huella imborrable en sus corazones. La memoria de Luis Ángel perdurará en cada acto de amor y en la alegría que compartió en vida.