La dirigencia del Partido Revolucionario Institucional bajo Alejandro Moreno enfrenta críticas internas y una creciente pérdida de apoyo electoral, poniendo en riesgo su supervivencia política.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI), una de las fuerzas políticas más tradicionales de México, atraviesa un momento de alta incertidumbre bajo la conducción de su dirigente nacional, Alejandro Moreno, conocido como ‘Alito’. Desde su llegada al liderazgo en 2019, el tricolor ha enfrentado múltiples desafíos internos, un debilitamiento en su presencia electoral y una serie de críticas que cuestionan su capacidad para mantener la cohesión y relevancia en un escenario político cada vez más competitivo. El PRI, que dominó la política mexicana durante varias décadas en el siglo XX, ha visto reducir notablemente su base de apoyo en los comicios recientes. La pérdida de territorios y votos en las elecciones de 2021, además de recientes derrotas en varias gubernaturas y congresos estatales, reflejan una tendencia a la baja que pone en entredicho su futuro como fuerza política relevante.
La crisis interna se ha agudizado en los últimos meses, con voces disidentes que acusan a la dirigencia de alejarse de las demandas sociales y de no ofrecer un proyecto de renovación convincente. El liderazgo de ‘Alito’ ha sido objeto de críticas por parte de sectores internos que consideran que su estrategia no ha logrado frenar la pérdida de militantes ni captar nuevos simpatizantes. Diversos analistas políticos advierten que si la situación no se corrige, el PRI corre el riesgo de quedar marginado en el panorama electoral, incluso enfrentando la posibilidad de una extinción como partido de peso en el escenario nacional. El contexto político actual, marcado por la polarización y el fortalecimiento de otras fuerzas como Morena, ha desplazado al PRI de su posición de poder y ha generado un ambiente de incertidumbre sobre su viabilidad a largo plazo.
La influencia de ‘Alito’ en la toma de decisiones ha sido cuestionada por algunos sectores del partido, que exigen una renovación en la dirigencia y una estrategia clara para recuperar terreno en las próximas elecciones. Por su parte, diversos actores políticos y analistas han señalado que el partido requiere una profunda transformación, que contemple tanto cambios en su estructura como en sus propuestas programáticas. La falta de una visión innovadora y la percepción de que el PRI se ha quedado rezagado en temas clave como la justicia social, la economía y la participación ciudadana, contribuyen a su debilitamiento. En medio de esta crisis, el PRI mantiene una base de militantes leales y una historia de trayectoria que todavía puede ser un activo, pero necesita urgentemente reinventarse para evitar su desaparición del mapa político.
La dirigencia de ‘Alito’ enfrenta la difícil tarea de convencer a sus seguidores y a la ciudadanía de su relevancia, mientras navega en un escenario marcado por la fragmentación y la competencia electoral cada vez más feroz. El futuro del PRI en México depende de decisiones estratégicas que puedan revertir su caída y devolverle la confianza de la ciudadanía, aspecto fundamental para su supervivencia y renovación en la arena política nacional.