Dos aeronaves estuvieron a punto de colisionar en la pista 05L, evidenciando la sobrecarga y fallas en los protocolos del aeropuerto
El lunes 22 de julio, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) vivió un momento de alta tensión cuando dos aeronaves comerciales estuvieron a punto de colisionar en la pista 05L. La aeronave de Aeroméxico, con vuelo AM655, se encontraba en proceso de despegue hacia Ciudad Juárez, mientras que una aeronave de Delta Airlines, vuelo DL605, proveniente de Atlanta, intentaba aterrizar en la misma pista en ese mismo instante.
Según los reportes preliminares, la tripulación del vuelo de Aeroméxico logró frenar de emergencia para evitar el impacto. La maniobra de frenado fue crucial para prevenir una posible colisión que pudo haber tenido consecuencias graves. Este incidente, que ocurrió en condiciones de alta tensión operacional, refleja los riesgos que enfrenta el aeropuerto en un contexto de saturación constante.
Este evento se suma a una serie de incidentes similares en los últimos años en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. La recurrente presencia de estos sucesos ha generado preocupaciones sobre la seguridad aérea en uno de los centros aeroportuarios más congestionados del mundo. Las fallas en los protocolos de control y la saturación del espacio aéreo han sido señaladas como factores que aumentan el margen de error de los controladores y pilotos.
Las autoridades aeronáuticas mexicanas han abierto una investigación para determinar las responsabilidades correspondientes. La prioridad es evitar que incidentes similares puedan repetirse en un aeropuerto que opera con una capacidad muy por encima de su diseño original. La sobrecarga de operaciones, con más de 1,050 movimientos diarios, aumenta significativamente los riesgos de errores humanos y técnicos en la gestión del tráfico aéreo.
Expertos y asociaciones de pilotos han reiterado que el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México funciona bajo una presión extrema. La congestión constante eleva los niveles de estrés en los controladores aéreos y en las tripulaciones, incrementando la posibilidad de equivocaciones que podrían derivar en accidentes. La saturación y la complejidad operacional se convierten en factores de riesgo que deben ser atendidos con urgencia.
No es la primera vez que se registran incidentes de esta naturaleza en el AICM. En 2022, dos aviones de Volaris estuvieron a segundos de colisionar, lo que motivó la renuncia del director del Servicio de Seguridad en el Espacio Aéreo Mexicano (SENEAM). Este organismo es responsable del control del tráfico aéreo en el país, y su funcionamiento deficiente ha sido motivo de críticas reiteradas en los últimos años.
El aeropuerto, con sus dos pistas que operan a su máxima capacidad, se encuentra en una situación de saturación que complica la gestión de las operaciones diarias. La infraestructura actual y los niveles de tráfico convierten al AICM en uno de los más congestionados del mundo, elevando el riesgo de errores y accidentes en la coordinación aérea.
Las investigaciones apuntan a una posible causa técnica y humana en el incidente del 22 de julio. Se ha identificado que el control de tráfico aéreo autorizó a ambos vuelos para utilizar la misma pista en un corto lapso, lo que provocó la incursión en pista y casi termina en un accidente. La falta de una coordinación efectiva y las deficiencias en los protocolos de seguridad han sido resaltadas por expertos en aviación.
En definitiva, la situación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México revela una infraestructura saturada, condiciones de operación de alto riesgo y una necesidad urgente de reformas en la gestión del espacio aéreo. La seguridad de los pasajeros y las tripulaciones debe mantenerse como prioridad frente a los desafíos que impone la alta demanda de vuelos en esta terminal.
Con información de: Milenio