¿Y las 40 horas?

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Deténgase un momento, cese su trabajo, mire a su alrededor.
– León Tolstói

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“No es oportuno”, “es seguro un desastre económico”, nos decían ayer y nos lo
siguen diciendo hoy cada vez que en el Congreso se presenta la iniciativa que
propone la reducción de la semana laboral de 48 a 40 horas.


Fue en 1951 la primera vez que se planteó ese tema en la Cámara de Diputados. A
partir de aquel año la reducción de la semana laboral ha sido una continua exigencia
por parte del sector obrero. Por otro lado, en oposición abierta han estado los
organismos de representación patronal junto con el Partido Acción Nacional (PAN).


“No es oportuno”, nos dicen los neoporfiristas, “es seguro un desastre económico”,
nos dicen los neoliberales. Era seguro el desastre económico en el régimen de
Porfirio Díaz cuando los huelguistas de Cananea y Río Blanco exigían reducción a
las jornadas diarias de 16 horas de trabajo sin días de descanso. Muy poco
oportunos fueron para Victoriano Huerta, con más de medio país levantado en
armas contra él, los veinte mil trabajadores que marcharon en las calles de la capital
exigiendo la jornada laboral de 8 horas con un día de descanso.


Con todo y el desastre económico provocado por la revolución, en 1917 la exigencia
de la semana laboral de 48 horas fue plasmada en el Artículo 123 de la Constitución.
Con todo y lo inoportuna que era la medida en ese contexto, el progreso no se puede
frenar, ¿verdad?


De 2010 a la fecha ha habido por lo menos 17 iniciativas dirigidas a reducir la
semana laboral presentadas en el Congreso de la Unión. Todas se han quedado
congeladas.


“No es prioridad”, nos dicen los que cada tantos años nos piden el voto. Lo que
dicen entre líneas es una mentada de madre: que los trabajadores, los ciudadanos,
sus propios electores, la población entera del país, no somos prioridad.


Nunca somos prioridad. Los derechos ganados no han sido regalados ni
concedidos, han sido arrebatados emplazando a huelga y saliendo a marchar a las
calles. Ningún partido de uno u otro color parece tener la urgencia de concederle un
día más de descanso al trabajador. La banda chambeadora del país sí está sintiendo
la urgencia de querer ver más tiempo a su familia que a su patrón, y ya se anda
organizando a través del Frente Nacional por las 40 horas para volver a hacer
nuestras las calles de las ciudades. A ver si así escuchan. A ver si la demanda ya
va siendo “oportuna” luego de haberla dejado en el tintero del órgano legislativo
durante más de setenta años. Ya no se puede seguir posponiendo el progreso ni un
siglo y ni un sexenio más. La vida se vive fuera del trabajo.

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