La serie busca reflejar fielmente las tradiciones ancestrales de Hawái y su historia milenaria
La visión del mundo hawaiana, al igual que la de otras culturas polinesias, no distingue al ser humano de la naturaleza, sino que los ve como una totalidad integrada. Sin embargo, en muchas representaciones televisivas, esta cultura ha sido retratada de manera exótica, sin reflejar con precisión sus prácticas ancestrales. Por ello, Jason Momoa, quien creció en el archipiélago rodeado por el Océano Pacífico, buscó transmitir una imagen auténtica de su cultura milenaria a través de la serie El gran guerrero, que se estrenará el viernes en Apple TV+. La trama narra la historia del poderoso Ka’iana, interpretado por Momoa, un jefe polinesio que se opuso a la conquista y unificación de Hawái liderada por Kamehameha I, representado por Kaina Makua, quien fue el primer gobernador de la isla.
Momoa expresó que sus referencias para contar esta historia son películas como Apocalypto, Danza con lobos y El último de los mohicanos, que siempre le parecieron épicas y culturalmente valiosas. Desde pequeño, deseó ver una producción que abordara las historias de nuestros propios reyes con esa magnitud. “Mi intención siempre fue narrar algo hermoso, grande y épico, desde nuestra perspectiva, y siempre tuve la esperanza de que algún día eso se pudiera realizar”, afirmó en una entrevista para Excélsior.
Durante la producción, el respeto, la fidelidad y el vínculo entre los protagonistas generaron una conexión tan profunda que, para Momoa, la naturaleza misma se convirtió en un personaje adicional. La serie busca mostrar cómo los líderes de tribu eran determinados mediante fenómenos naturales, simbolismos que reforzaron esa relación sagrada con el entorno natural. La conexión espiritual también se manifestó en momentos específicos durante la filmación, donde las manifestaciones naturales parecieron acompañar y validar el proceso creativo.
Uno de esos momentos ocurrió antes de comenzar a grabar, cuando Moses Goods, quien interpreta a Moku, uno de los reyes en guerra en el siglo XVIII, se puso la ahu’ula, la capa de plumas que usan los jefes. La prenda, de plumas amarillas con un círculo negro en el centro, le hizo sentir un profundo bienestar. Al salir del elevador, sintió una parálisis en la columna, como una sensación de que estaba a punto de lastimarse, pero también una señal de que estaba en el camino correcto. “Sentí que ese momento fue decisivo”, relató Goods.
El compromiso con las tradiciones hawaianas también se manifestó en la manera en que se abordó el rodaje, incluso en momentos en los que el equipo tuvo que enfrentarse a obstáculos. Momoa y su equipo decidieron filmar en Hawái, a pesar de la oposición de algunos ejecutivos que consideraban difícil o poco conveniente hacerlo en la isla. La intención era honrar la historia y el territorio, y esa decisión fue reconocida por la propia tierra. Momoa recuerda que fue una experiencia emotiva, llena de lágrimas y satisfacción por mantener la autenticidad de la producción.
La culminación de ese compromiso fue la escena en un campo de lava, donde los volcanes de Hawái hicieron erupción justo en el momento en que comenzaban a filmar y se detuvieron al concluir. Antes y después de cada erupción, llovió, lo cual fue interpretado como una señal clara de que estaban en el camino correcto. Para Momoa, estos eventos naturales confirmaron que estaban haciendo lo correcto y que estaban logrando un trabajo respetuoso con la tierra y sus tradiciones.
La presencia mediática de Jason Momoa también fue un factor clave para que ciertos aspectos culturales pudieran mantenerse con autenticidad, evitando que la serie se viera afectada por efectos especiales artificiales. Thomas Pa’a Sibbett, cocreador, productor ejecutivo y guionista de la serie, explicó que, en lugar de grabar en un estacionamiento con pantalla verde, se levantaron a las tres de la mañana para llevar a cientos de personas hasta un campo de lava auténtico, donde ocurrió la volcánica erupción. La planificación de Momoa fue meticulosa, con el objetivo de que la producción se realizara en un entorno natural y que la comunidad local pudiera reconectarse con su herencia. Gracias a esa decisión, no solo se filmó de manera auténtica, sino que se promovió un proceso de revalorización cultural en la zona.
Además de la importancia de la autenticidad, Thomas Sibbett sostiene que las creencias y tradiciones hawaianas que se muestran en la serie tienen un carácter universal. La serie aborda temas como la conexión con la naturaleza y los lazos humanos, que cualquier espectador puede identificar. “Nuestros relatos son universales y resuenan a nivel humano. La cultura se convierte en textura y belleza, y aunque la historia del reino y sus conflictos internos ya ha sido narrada en otras culturas, como la artúrica, lo que mostramos en esta serie es una versión que nunca antes se había representado en pantalla”, afirmó.
La fidelidad en los detalles también fue primordial en la producción, que utilizó artefactos indígenas reales, como capas, amuletos y canoas, construidos con materiales naturales. Ninguno de estos objetos fue fabricado con plástico u otros materiales artificiales, lo que facilitó que los actores pudieran conectarse más profundamente con sus raíces. Temuera Morrison, quien interpretó al rey Kahekili, compartió que los objetos sagrados, como los collares de concha de tortuga, tenían un peso espiritual y un significado que iba más allá de lo físico. “Sentía que no debía separarme de ellos y casi quise devolverlo al océano o a la tierra, pero entendí que era importante conservarlo para la continuidad de la serie”, comentó.
El mismo Temuera defendió la visión del creador de la serie, resaltando que reflejar y honrar las raíces puede inspirar a otras personas a conectar con su propia historia. A lo largo del rodaje, se dio cuenta de la fuerza de su vínculo con su cultura y la tierra, y de qué manera esa conexión lo motivó a luchar por una representación indígena auténtica. “Sabía que era importante, pero no comprendía cuánto significaba para mí hasta que hice esta serie”, añadió.
Ka’iana, interpretado por Jason Momoa, es un personaje complejo que rechaza la violencia sin sentido, pero asume el liderazgo para defender a su pueblo. Es un héroe trágico que enfrenta dilemas morales y se rebela contra Kamehameha I. Este último, representado por Kaina Makua, es un líder carismático y humano, que actúa con dignidad y espiritualidad, consciente de su impacto en la historia. Temuera Morrison da vida a King Kahekili, un líder poderoso y ambicioso, que es retratado con profundo respeto cultural.
Moses Goods y Cliff Curtis interpretan a Moku y Keōua, personajes que simbolizan la visión comunitaria y los ideales ancestrales, además del peso histórico en los enfrentamientos bélicos.
La trama de la serie se desarrolla en un contexto en el que los cuatro grandes reinos de Hawái estaban en guerra. Ka’iana, un guerrero exiliado en el extranjero, regresa para participar en una campaña de unificación bajo el mando de King Kahekili. Sin embargo, eventualmente se rebela contra Kamehameha I, el llamado “rey destinado”, debido a una profecía que predice la llegada de un monarca bajo “una estrella con capa de plumas”. La historia transcurre en el siglo XVIII y refleja los conflictos y alianzas de esa época.
El gran guerrero fue creada y escrita por creadores hawaianos como Jason Momoa y Thomas Pa’a Sibbett. La serie incluye diálogos en hawaiano (‘Ōlelo Hawai’i) y contó con asesores culturales en cada etapa del proceso de producción, para garantizar la fidelidad y el respeto por las tradiciones.