Restauración de adoquines en La Ermita de Mérida genera opiniones divididas

Redacción
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Foto: Carlos de la Cruz

Los trabajos en calles emblemáticas del Centro Histórico buscan preservar el patrimonio, aunque causan molestias temporales a vecinos y transeúntes

Las obras de restauración en las calles de La Ermita, ubicada en el Centro Histórico de Mérida, han generado opiniones encontradas entre la comunidad local. Mientras algunos vecinos consideran que los trabajos son necesarios para mejorar el estado de los adoquines tradicionales, otros expresan molestias por las dificultades que implican en su vida cotidiana. La intervención busca devolver a estas calles su trazo original, preservando así un patrimonio de gran valor histórico para la ciudad.

La Ermita, uno de los barrios más emblemáticos de Mérida, ha sido escenario de trabajos que incluyen la retirada, clasificación y posterior recolocación de los adoquines rojos que caracterizan su imagen urbana. Estos trabajos, que cuentan con el aval y supervisión del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), son realizados por personal especializado que cuida cada pieza para garantizar una restauración precisa y respetuosa con la historia del lugar. La superficie intervenida abarca aproximadamente 2,894 metros cuadrados, incluyendo calles como la 66, desde la 77 hasta la 79, además de las calles 77-A, 64-A y sus intersecciones, que rodean el parque de La Ermita.

El mal estado en el que se encontraban las calles, con base de arena y polvo de piedra que ya había cedido, además de los daños ocasionados por las recientes lluvias, hacía imperativa la reparación. La acumulación de agua en charcos y la irregularidad del pavimento no solo afectaban la estética, sino también la seguridad vial y peatonal. La necesidad de intervenir estas calles fue destacada por las autoridades municipales, que en abril pasado informaron que en coordinación con el INAH se preparaba un proyecto para un mantenimiento mayor, que implicaba la nivelación del suelo y la sustitución de los adoquines dañados.

Las obras comenzaron oficialmente el 29 de julio, con labores centradas en la nivelación del terreno y la colocación de una nueva base de polvo de piedra. Posteriormente, los adoquines serán recolocados en sus lugares originales, tras calibrar alturas y niveles para mejorar la circulación peatonal y vehicular sin alterar la imagen urbana del barrio. La meta principal es conservar la memoria y el carácter visual de una de las zonas más queridas y representativas del patrimonio cultural de Mérida.

Las opiniones de los vecinos reflejan la complejidad de estos trabajos. Algunos consideran que, aunque las molestias temporales son inevitables, los beneficios a largo plazo justifican la intervención. Marco Cámara expresó que las obras causan mucho tráfico y afectaciones en la movilidad, aunque confía en que una vez concluidas, la calle quedará en mejores condiciones. Por su parte, Margarita Nauhal señaló la importancia de terminar pronto las labores, especialmente ante la proximidad de las festividades en honor a la Virgen de la Asunción, que atraen a muchos visitantes y participantes a la zona.

Asimismo, Rolando Hernández Águila, maestro de lengua maya, resaltó que la falta de espacios de estacionamiento, debido a las obras, reduce la asistencia de sus alumnos a clases. Sin embargo, todos coinciden en que, en general, la restauración contribuirá a preservar el valor histórico del barrio y a mejorar su imagen a largo plazo. La Municipalidad aseguró que, tras la nivelación y compactación del suelo, los adoquines serán recolocados cuidadosamente, asegurando que las alturas y niveles sean precisos para facilitar tanto la circulación peatonal como vehicular.

El proyecto de restauración en La Ermita forma parte de un esfuerzo mayor por mantener la integridad y belleza del patrimonio urbano de Mérida. La intervención busca equilibrar la conservación histórica con las necesidades actuales de movilidad y seguridad, sin alterar la fisonomía del barrio. La comunidad espera que estas acciones contribuyan a revitalizar la zona, que es un símbolo de la identidad y cultura de la ciudad, y que las molestias momentáneas se traduzcan en beneficios duraderos para todos los habitantes y visitantes.

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